IV

Me tenía en sus manos, durante la semanas que vinieron; me agasajó, me dio regalos, me invitó a tomar café a distintos lugares. Yo le invitaba al cine, a caminar por la playa, a caminar por el centro, pero me decía que no le gustaba y que preferiría comer algo y estar en casa. Nunca más pisé la costanera que tanto me gustaba recorrer para ver el mar, nunca más fui a conversar con mis amigos en situación de calle con los que me juntaba a conversar por las noches bajo el puente detrás del McDonald, nunca más puse los pies en la arena de la playa, nunca más me junté con mis amistades después de clases, nunca más salí solo. 

Un día en una cafetería de las tantas que visitábamos con frecuencia, se me ocurrió ir al baño a lavarme las manos y cuando volví en mi lugar había un peluche de un tigre blanco y con una carta de presentación. Era el tigre Polo que me daba ánimos para que me fuera bien en la universidad. Fue lo más tierno que pudo haber hecho. Ya me tenía los intestinos perforados de tantos capuchinos pero sin embargo seguía aceptando sus invitaciones. 

El tiempo pasó rápido hasta que hubo un receso a mitad de julio, le dije que tenía que ir a Calama para las vacaciones a buscar ropa de invierno y estar en casa. Mis padres siempre están de viaje así que no dudé en invitarlo, total iba a tener la casa sola. 

Cuando llegamos a mi casa hacía mucho frío, entramos a mi habitación y se sorprendió al verla, le llamó la atención que fuera todo verde con muebles cafés oscuros. Abrí mi closet, se sorprendió al ver que tenía tantas prendas colgadas, le busqué un abrigo mientras se probaba mi ropa, a él todo le quedaba perfecto. Estuvimos tranquilos tres días sin salir de casa. Cocinamos, comimos y dormimos en mi cama. Tenía tantas ganas de que fuera todo así siempre, éramos tan buenos para conversar que el día se hacía entretenido y podía sentir su cariño. 

Era nuestra última noche juntos, debíamos volver a Antofagasta. Estábamos en la cocina viendo tele mientras daban un reportaje del sur de Chile: la nieve, los bosques, la comida, la gente. De repente aparece en pantalla un niño de trece años relatando como cortaba la leña para ayudar a su papá. 


—Es un cheque a fecha —dijo pegado a la televisión.
—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté sabiendo perfectamente a lo que se refería. 
—Es que míralo, es perfecto, es muy guapito. 
—¡Es un niño!
—Pero igual en unos años más se la pongo. 

Me fui a negro en ese momento, sentí repulsión y asco. Mi rostro es muy expresivo, al verme intentó arreglar lo que había dicho. 

—Es broma, típica broma que hacen los heteros. —riendo nervioso— ¿Acaso no has visto a los viejos cuando acosan a las niñas afuera de los colegios?
—Sí, pero es asqueroso, no deberías hacerlo. 
—Es broma, lo digo porque el niño es bonito. 

Esa noche estaba molesto, ya no quise hablar y simplemente dormimos. Al día siguiente nos devolvimos a Antofagasta en bus, no podía dejar de pensar en ese pequeño dialogo del día anterior. Me comenzó a dar fiebre en el viaje. Al llegar me acompañó hasta mi casa y luego él se fue a la suya. Pero me dejó con un montón de medicamentos que fue a comprar a una farmacia cercana para que me sintiera mejor. 


Al día siguiente me acompañó al médico porque empeoré, me sugirió que le pidiera una orden para hacernos exámenes de Infecciones de Transmisión Sexual. Me pareció una buena idea, el fin era explorarse bajo el manto de la fidelidad. 

No le importó que me diagnosticaran amigdalitis, los besos siguieron de todos modos y sus visitas también. Ni modo, tendría que aguantarlo pese a sentirme mal. Cuando me recuperé fuimos a hacernos los exámenes de ITS. Salió todo bien. 


En septiembre me di cuenta de que estar con él era bueno para mí. Me gustaba, pese a sus comentarios raros a veces. Durante ese mes fue la primera vez que le dije que lo amaba y quería un futuro juntos. 

Durante ese mes me reintegré al coro de la universidad, ya estaba bien de la vista para leer las partituras. Los ensayos comenzaban a las 21:00 y terminaban a las 23:00 todos los martes y jueves, y los sábados era de 20:00 a 22:00. Durante ese tiempo podia liberarme de él, y hablar con otras personas. Sin querer me había alejado de todos mis amigos, entonces compartir con la gente del coro era un escape. Durante ese tiempo conocí a Teresita y Carlos y comenzamos a ser amigos. Desde el principio les conté todo, lo aceptaron con normalidad. Ambos eran súper preocupados de mí. 

Cuando estaba en el grupo del coro nos hacían hacer ejercicios de vocalización y de relajación. Siempre salía con algo gracioso para hacer reír al grupo, por lo mismo la gente esperaba con ansias que llegara yo a los ensayos porque nos reíamos mucho. Era el bufón del grupo y me gustaba. 


Con Teresita y Carlos caminábamos de vuelta a casa por las noches, todos en la misma dirección. Yo era el que vivía más cerca, a una cuadra del lugar de ensayos. Muchas veces nos quedamos cantando algo, se nos iba el tiempo hasta las dos o tres de la mañana, en la calle, solos, disfrutando el momento. Me olvidaba tanto del mundo que cuando revisaba mi pequeño iPhone cuatro lo tenía lleno de mensajes de él preguntando por mí. Por no responder siempre me celaba y cuando nos veíamos teníamos discusiones. 


Para tranquilizarlo le dije que me fuera a dejar a los ensayos antes de que él se fuera a casa, así aprovecharía de presentarle a mis nuevas amistades. 

Me acompañó hasta el edificio que en el frontis tenía unos anchos pilares y una escalinata amplia. Esa noche y estaba Teresita y Carlos que habían llegado temprano esperando que el guardia abriera la puerta. 

Me acerqué y los presenté. Conversamos los cuatro amenamente y todo estaba normal. El guardia abrió la puerta e ingresaron al edificio, comenzó a llegar más gente y me quedé afuera con él. 

—Bueno, el ensayo ya va a comenzar, me avisas cuando llegues a casa estaré atento al LINE. 
—¿En serio esos son tus amigos? 
—Sí, ¿Por qué? 
—Bien feos que son. —dijo burlesco —Mira esa toda gorda y ese otro cara de pavo. 

Simplemente le di la espalda y entré al edificio sin reclamar, ignorando sus dichos. Pronto reculé y corrí tras de él, estaba ya lejos. 

—Hey, te quiero decir algo —Se sorprendió al verme y le dije mientras me temblaba la voz de la rabia—: No quiero volver a escuchar que te refieras a ellos de esa forma. 
—Ya, pero tranquilo, ¿qué acaso te gusta la obesa mórbida esa?
—¿Qué hablas?
—¿También te gusta ese flacuchento?
—Estás enfermo.
—Sí —Me tomó del brazo fuerte—: Estoy enfermo por ti. 
—No quiero que nos veamos más, ¿Me escuchaste? —Comencé a llorar y gritar— ¡Estoy cansado de ti y de tus insultos! ¿Qué problema tienes con la gente? 
—Tú no me vas dejar porque eres mío.
—¿Quién te crees? 
—Te doy una semana —Soltó mi brazo. 
—Bueno, una semana. 



Me devolví caminando lentamente hacia el edificio, me escondí detrás de un pilar para que los músicos que aún seguía entrando al ensayo no me vieran llorar. Luego fui al baño, me miré el brazo en el espejo y tenía un moretón. Pronto me lavé cara y me integré a la fila para cantar. Todos notaron mi tristeza esa noche pero nadie me dijo nada. 

Al finalizar el ensayo Teresita y Carlos se acercaron a preguntar qué había pasado, no fui capaz de contarles la verdad y les inventé algo. Me desesperaba la idea de terminar con él. Aunque hacía bromas crueles a veces el resto del tiempo era normal y me gustaba mucho. 


No entendía porqué él si podía estar con sus amistades y yo no con las mías, no entendía la razón de ser tan cruel con los demás, no entendía porqué si me decía que me amaba me hacía daño, no comprendía porqué me estaba secuestrando. 


Pasó una semana. Durante ese tiempo que se hizo infinito no hablamos. No nos vimos y me sentí vacío. El 13 de septiembre me habló para disculparse por lo que había dicho sobre mis amigos, también preguntó si pasaría las vacaciones de fiestas patrias con él. Le dije que no, que viajaría a Calama. Se enojó diciendo que lo abandonaba por mi perfecta familia. Y pasó una semana más sin hablar con él, estaba muy enojado como para querer verlo. 

De vuelta de las vacaciones nos juntamos una tarde en el parque Croacia. Sin decir palabras lo primero que hice fue caer en sus brazos y besarlo. Me prometió que no haría ese tipo de comentarios, que era una actitud muy infantil y que lo perdonara. Simplemente lo hice. 

Días más tarde estaría de cumpleaños, me pidió que no le comprara nada. No quería ningún regalo, su mejor regalo era pasar tiempo conmigo y por eso me dijo que fuéramos a un pub a tomar algo. 

Llegó el día de su cumpleaños, se hizo de noche lo abracé, lo felicité y le dije “te amo mucho”. Pedimos mojitos. Al tercer mojito ya me sentí mareado. 

Me puse de pie para ir al baño y perdí el equilibrio. Caminé un par de pasos y me puse detrás de él. Él estaba al pendiente de su celular, le llegaban muchos mensajes y saludos por redes sociales. Lo observé sin que se diera cuenta de mi presencia.

Abrió un mensaje de audio que decía: “Enhorabuena Mario, sé que hoy es tu cumpleaños, estoy muy agradecido de haberte conocido, gracias por ayudarme y por estar conmigo especialmente estas últimas semanas en Chile. Yo ya estoy en Sevilla, llegué hoy y estoy pensando en ti. Lástima que no podremos tener nada más a distancia. Me gustó tocar la guitarra y cantarte. Me gustó estar contigo esa noche. No sabéis lo importante que fuiste… Ah espero que soluciones los problemillas que tienes con tu noviecillo escandaloso que tienes. Un abrazo tío, te quiero“. La voz de ese hombre sonaba tan varonil y tan amable, se escuchaba enamorado. 

—¿Qué fue ese mensaje? 
—Ah, un amigo español.
—¿Así tratas a tus amigos?, ¿Con él estuviste las dos semanas que no nos vimos?, ¿Por qué no me hablaste de él? 
—Cálmate, estás borracho. —Me tomó de las manos y me ayudó a sentarme— Escuchaste mal. 
—Puede que esté borracho, pero escuché clarito lo que dijo.
—Es un español que estuvo en un par de clases conmigo y nada más. Confía. 
—Y qué es eso de la guitarra…
—Sabes, me aburrí… Eres un celoso, un loco, anda al psicólogo.
—¡Yo sé lo que oí! —se me pasó la borrachera inmediatamente— ¡A ver, pon otra vez el audio! 
—¡No, es mi privacidad!
—¿Te das cuenta que ese tipo dijo eso en el mensaje porque está enamorado de ti?
—¡Estás borracho!
—¿Te das cuenta que yo apenas te di un abrazo y te dije feliz cumpleaños?….Y ese viene a quitarme el protagonismo, vi la cara que pusiste mientras escuchabas el audio en el espejo que está en la pared.
—¡Estás borracho!
—Sí estoy borracho, pero imbecil no soy. 
—¡Estás borracho! Lo que dices no cuenta.
—Vámonos me quiero ir. 

Caminamos en silencio hasta mi departamento, yo estaba mareado por el alcohol, se me hizo eterno el camino siendo que estábamos a dos cuadras. Entramos a la habitación y nos comenzamos a besar en la oscuridad absoluta. 

—No seas así Felipe, te daré una prueba de amor. 
—¿De qué hablas? —jadeando.
—Te haré algo que no hemos hecho antes, algo que vas a recordar toda tu vida.
—¿Qué mentira dices ahora? 
—Tú, sólo disfruta. 
—¿Qué haremos?
—Esto es algo que nunca he hecho.
—Yo…
—Calla, quiero que seas mío para siempre. 

Me acostó sobre la cama y comenzó a lamer mi cuerpo, dejé que me quitara la ropa. Comenzó a ahorcarme con fuerza, tuve miedo. Luego me levantó con increíble fuerza y me azotó contra la pared quedé aturdido con el golpe. Volvió a tirarme en la cama, prosiguió dándome besos tiernos por todo mi cuerpo. En una posición extraña me ahorcaba mientras con su boca tragaba todo mi semen. Esa fue su prueba de amor.

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