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IV

Me tenía en sus manos, durante la semanas que vinieron; me agasajó, me dio regalos, me invitó a tomar café a distintos lugares. Yo le invitaba al cine, a caminar por la playa, a caminar por el centro, pero me decía que no le gustaba y que preferiría comer algo y estar en casa. Nunca más pisé la costanera que tanto me gustaba recorrer para ver el mar, nunca más fui a conversar con mis amigos en situación de calle con los que me juntaba a conversar por las noches bajo el puente detrás del McDonald, nunca más puse los pies en la arena de la playa, nunca más me junté con mis amistades después de clases, nunca más salí solo.  Un día en una cafetería de las tantas que visitábamos con frecuencia, se me ocurrió ir al baño a lavarme las manos y cuando volví en mi lugar había un peluche de un tigre blanco y con una carta de presentación. Era el tigre Polo que me daba ánimos para que me fuera bien en la universidad. Fue lo más tierno que pudo haber hecho. Ya me tenía los intestinos perforados de

III

Era vegetariano pero invitó a un asado el 06 de julio, fuimos a una fiesta en la noche dentro de su facultad, luego de eso acordamos que se quedaría a dormir conmigo. Había pedido permiso en su casa para no llegar, pese a su actitud rebelde tenía respeto por su familia.  Había mucha gente en ese asado no conocíamos a ninguno, estaba lleno de gente, los salones de clases llenas de hombres y mujeres borrachos, gritando y riendo. Nos pusimos a hablar con unos tipos que él aparentemente conocía, parecían ser buena onda. Se pusieron a hablar de cosas cosas especificas de su carrera. Yo estaba un poco fuera de lugar así que me puse a tomar cerveza en un vaso de plástico y comer choripan. Repentinamente la conversación cambió el rumbo y uno de los chicos preguntó qué éramos. Qué hacía yo ahí si no era ni de la carrera, ni universidad, ni menos de su área de estudio. Yo tenía intención de decir que éramos sólo amigos. Pero a él se le ocurrió decir abiertamente y quitándome la palabra como siem

II

Fui al supermercado y pasando por los pasillos decidí comprarle una barra de chocolates como regalo, habíamos cumplido un mes y no le había dado nada.  Cuando le di mi humilde regalo me lo despreció diciendo que no le gustaba el chocolate relleno con menta, así que me mandó a guardarlo para cuando me diera  hambre. Fruncí el ceño y no dije nada, pronto habló para hacerme una invitación:  —Sería muy importante para mí Felipe, que fueras a mi casa, te invito a almorzar y ver una película después. Para que mi familia te conozca.  —Sí claro, con gusto, me gustaría ir.  —¿Te da nervios?  —No.  —Vamos entonces, te invito para este domingo.  —Sí me parece bien.  La verdad es que tenía mucho miedo, la semana se me hizo muy corta y no quería que llegara ese 9 de junio. Me fue a buscar a medio día a casa, nos fuimos en micro, en el trayecto hacia su casa intenté hacerlo reír con mis estupideces. No lo logré, a veces era demasiado serio o quizá estaba muy nervioso en ese momento como para tener g

I

L'angue offeso mai riposa,  se il veleno pria non spande  dentro il sangue all'offensor.  Così l'alma mia non osa di mostrarsi altera e grande,  se non svelle l'empio cor.   Nicola Haym (1678-1729) La siguiente historia es ficción para los que me conocen: ¿Qué tan solo y vacío se tiene que sentir una persona para cortarse la mano, aguantar el dolor sin gritar, desangrarse hasta la palidez, esperar hasta que el cuerpo se vuelva débil y sentir que el sueño le adormece el cuerpo mientras ríe con lágrimas porque está al fin cerca de descansar?  13 de febrero de 2013: El primer  match  fue por Badoo, una aplicación de citas. A 199 kilómetros en línea recta desde mi casa en Calama, pero no me importó. Estaba de vacaciones y pronto debía volver a Antofagasta, era mi tercer año de universidad. Su perfil era de la ciudad donde estudiaba así que no dudé en mandarle el primer “Hola”. Si las cosas se daban bien era plausible juntarme con él para conocerlo.  Nunca antes había tenido